Soy mamá de un niño maravilloso de 10 años, mi mejor maestro y la prueba viva de que los vínculos seguros y la presencia transforman la vida. La familia es esencial para mí, así como construir relaciones donde uno pueda sentirse visto, comprendido y acompañado.
Después de atravesar dificultades, pérdidas y dolor emocional, aprendí que siempre es posible sanar y fortalecerse. Sé, por experiencia personal y profesional, que la mente puede entrenarse, que la resiliencia se construye y que podemos vivir bien aun cuando existan circunstancias que no se pueden cambiar.
A través de la psicología clínica, la neuropsicología y la terapia de familia he aprendido a comprender cómo funciona la mente, cómo cambia, cómo se fortalece y cómo potenciarla para que trabaje a favor de cada persona. Integrar este conocimiento con la parte humana del proceso terapéutico, en un espacio seguro es lo que da profundidad y significado a mi trabajo.
Mi mayor motivación es ayudar a otros (niños y grandes) a creer en sí mismos, transformar su mente en una aliada y sentirse suficientes tal como son. Al mismo tiempo a enfrentar miedos, desarrollar habilidades nuevas y animarse a hacer cambios que les permitan vivir con más aceptación y propósito.
A los padres de familia, busco acompañarlos para convertirse en un lugar seguro para sus hijos: un espacio emocionalmente disponible y firme, donde ellos puedan crecer, sentirse comprendidos y desarrollar su propia resiliencia.
Esa es mi misión: acompañarte a descubrir tu capacidad de cambio y la posibilidad real de sentirte mejor con tu vida, desde la salud integral de la mente y el cuerpo.